En una conversación que tuve en estos días, surgió una pregunta que muy pocas veces nos hacemos luego de terminar algunas relaciones de pareja o de ver, con bastante frustración, negocios que quedaron estancados o inconclusos en el pasado: ¿Por qué tal o cual negocio no me funcionó antes?

Pueden existir muchas respuestas válidas a esta interrogante, aunque mi opinión al respecto, es que en muchos de los casos NO SABEMOS escoger quién puede o no ser nuestro socio o compañero en la gran aventura que supone emprender algún nuevo negocio.  A menudo me suelo conseguir con muchas personas que han tenido ideas geniales para desarrollar ese sueño que han tenido en su cabeza por años, pero es ahí donde se empieza a complicar el asunto. La mayoría de las veces nos encontramos tan eufóricos por  nuestro nuevo proyecto que sentimos que lo mejor es contárselo a cuanta alma nos conseguimos en el camino, claro está, es una idea fantástica y de seguro todos querrán apoyarnos y darnos el mejor de los augurios… ¡ERROR! Créanme que A NADIE más que a uno mismo le importa tanto lo que queremos hacer. La gente se convierte en una suerte de “opinadores de oficio”, de eso no tengo la menor duda, pero no significa que aunque sea tu amigo o hermano del alma, se suponga que están interesados en lo que hagas o dejes de hacer.

Lo segundo que siempre observo es que, aunque conocimos a nuestra “media naranja” hace 2 semanas y nos repetimos cada medio segundo que la amamos con locura, pretendemos en nuestro mundo perfecto creado en el subconsciente, que Pedrito o Marianita que me ama infinitamente, es la persona  indicada para incluirla en nuestro nuevo emprendimiento. Soy de las personas que está 100% convencida de que los negocios en pareja suelen funcionar mejor, pero hay que detenerse a pensar si esa persona a la que pienso confiarle mi más anhelado sueño es realmente la correcta.

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He vivido muy de cerca la repetitiva historia en la que el “emprendedor” inicial incluye a cuanta pareja se consigue en cada proyecto que intenta hacer y cuando por alguna razón existe alguna diferencia en la RELACIÓN DE PAREJA, los negocios empiezan a tambalearse. Cosas como: -No voy a hacer tal cosa porque no me dices “te amo”,  –Mejor hazlo tú porque ese es tu negocio, -No tengo tiempo porque mis ocupaciones son más importantes o – No me sirve que ganes menos de X cantidad de dinero en ese estúpido negocio, son precisamente las razones por las cuales no generas ingresos y lejos de avanzar, estás dando vueltas en círculos sin obtener nada más que frustraciones y decepciones, tanto de tus socios, como de tu mismo negocio, ya que empiezas a cuestionarte si en realidad era una buena idea o no.

Si nunca te has detenido a pensar el por qué de estas reacciones, te tengo la respuesta: ESA PERSONA NO ESTÁ INTERESADA en lo que estás haciendo y lo más probable es que sólo haya accedido a tu petición para intentar complacerte. Aquí hay que saber diferenciar qué tipo de pareja tienes y qué tipo de socio necesitas. Lamentablemente, existen muchas mujeres y hombres que, ante la premisa de quedar como el “chévere” de la película ante su consorte, son capaces de decirles que sí a cuanta idea nueva surja. Pero al pasar el tiempo y sentir que están atrapados en un negocio que no les gusta o cuando se dan cuenta que la relación no necesariamente incluye “ser” socios de la pareja, empiezan los problemas: el tiempo invertido y las tareas que deben hacerse para que el negocio florezca, empiezan a convertirse en un largo camino lleno de piedras y espinas.

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En la vida hay que tener claras muchas cosas y una de ellas es saber decir NO y explicar las razones. Si tienes una pareja que realmente te entiende y que está conectada contigo en el plano sentimental, sabrá entender las tuyas. Y si por el contrario SÍ QUIERES estar en ese negocio y sientes que hay cosas que arreglar ¡da tu opinión! Los acuerdos siempre resultan en la mejor parte para llevar tu idea hasta la cima, yo lo aplico siempre y puedo decir que con mi pareja hemos logrado hacer despegar proyectos que desde hace años estaban estancados, eso sí, conversando, negociando y entendiendo que cuando se decide apoyar a alguien, debe ser de manera incondicional. Nunca hemos visto afectados nuestros negocios a causa de nuestra relación y viceversa, pero eso se logra entendiendo que cada uno tiene un punto de vista respetable y sobre todo, algo de lo que carecen muchos hoy en día: PERSONALIDAD y MADUREZ.

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En conclusión, hacer negocios con tu pareja puede ser lo más divertido y llevadero del mundo; tienen que tener un objetivo en común y trabajar JUNTOS por eso. En la mayoría de los casos, van a tener que enfrentarse a muchas vicisitudes y deben crear un plan que les permita resolver los problemas y seguir adelante, sobre todo sin tener que llevar éstos al plano de la relación de pareja. Y si por el contrario, es su relación la que no anda muy bien, recuerden que “hablando se entiende la gente”, no permitan ni se acostumbren a manejar mal sus negocios porque hoy no amanecieron de humor, o porque la comida estaba fría esta mañana. Separen ambas relaciones, pero háganse más fuertes y capaces juntos, su negocio se los agradecerá.